domingo, 5 de julio de 2009

Los dilemas de Michael Jackson

Hay quienes pensamos que los dioses protegen a los grandes ídolos con una muerte temprana “just time” para ponerlos a prueba con la suerte futura de su legado. Como Gardel, que cada día canta mejor.
Incapaz de sobrevivir en su Neverland de fantasía, acosado por la fama y los pasos de la vejez, Michael Jackson planeó su final de ícono generacional. Todo su talento artístico cultivado desde temprana edad no fue suficiente para cultivar la autenticidad que se requiere para vivir en una sociedad cada vez más dependiente de la imagen y menos del carácter. Creo que a Michael le aterraba la vejez y que su falta de carácter le impedía pensar que podía vivir viejo, feliz y con dignidad. A lo Charles Chaplin o a lo Bertrand Russell.
Pero el profundo dilema de identidad que tenía Michael Jackson lo puso en la disyuntiva Shakespeareana de ser o no ser, caminando todo el tiempo en la cuerda floja del éxito y sin encontrar jamás la felicidad. Ahora lo que falta es saber si con el tiempo la humanidad podrá decir que recibió un legado del artista que más discos vendió en la historia y que ya no podrá ser superado porque tecnológicamente el disco también está entrando a la historia.
Es algo más que una simple coincidencia la demostración de admiración y respeto que Michael Jackson mostró por Elvis Presley y The Beatles, al comprar todos los derechos de autor de dos que supieron sobrevivir en la memoria de los tiempos porque su arte fue superior a sus fantasías y excentricidades. Para los simples mortales que les sobrevivimos, es normal ver a Elvis con su copete engominado y sus trajes de rockero de postguerra caminando por las grandes ciudades de los EE.UU. Elvis vive y Lennon es eterno, aunque con solo 40 años de vida una bala fanática haya sido su última sinfonía.
Hay momentos en que uno no sabe si The Beatles es mejor en sinfónica o en rock o incluso en música estilizada. Michael tenía una hermosa voz, como reconocía Sinatra. Y era un talentoso bailarín. Y fue un gran creativo visual del espectáculo. Está por verse si su música sobrevivirá al bailarín y al artista de video. De lo que si podemos estar seguros es que su final inspira una enorme compasión. Y es allí donde debe quedar prensado el mensaje para las nuevas generaciones.
Pienso que el gran dilema de Jackson se originó desde su niñez porque fue un ser humano adiestrado para ser exitoso pero no educado para ser feliz. Este Peter Pan electrónico y digital no fue feliz ni siquiera con la hermosa piel negra con que nació. Ni con sus cabellos ensortijados de afroamericano, estirados hasta la calvicie y la peluca de hombre blanco. Todo lo que hizo como cantante, bailarín y artista auténtico logrado con disciplina y creatividad, lo expuso innecesariamente para que el mundo sólo pudiera ver la punta del iceberg.
Aunque su arte le procuraba felicidad a los demás, casi todo lo que hacía lo mostraba como un ser carente de felicidad, él era un ser infeliz que en sus últimos años se dedicó a hacer del pop, lo que el pop fue desde que Andy Warhol tuvo la genialidad de elevarlo al contradictorio e indescifrable mundo de la intelectualidad en la cultura farandulera con su carga de culto a la trivialidad, la sublimación de la superficialidad y la interpretación de una época generalmente consumida por el consumismo del “mainstream”, como se le ha dado en llamar al género de pop comercial a tal punto que aún con un cadáver insepulto se cree que Michael Jackson tendrá más dinero muerto que vivo.

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